viernes, 10 de octubre de 2008

BIBLIOTECAS PARA UN MUNDO SIN LECTORES


Por Luciano Rodríguez Flores

Concebimos la biblioteca como una herramienta clave para el desarrollo académico de los estudiantes universitarios, de modo que no es un soporte necesario para la enseñanza, sino el centro de la misma, basada en los conocimientos básicos y esenciales sobre los que descansa nuestra cultura y, no en menor medida, sujeta a todos los cambios que, de manera imparable, son el denominador común de nuestra vida actual.

Sin embargo, la mayoría de usuarios no la conciben de esta manera, sino como un lugar para hacer tareas, conversar de asuntos no académicos, comer y dejar basura en las mesas y el piso, o, en el último de los casos, sólo acceder a ella para sacarle copia a algún libro donde se halla el eventual tema requerido, lo cual sólo sirve para complementar la información obtenida de internet, limitándose de esta manera sólo a temas que piden los docentes, cuando el estudiante debe ser, por naturaleza propia de educación y convicción, un investigador.

De un tiempo a esta parte, la gran mayoría de las bibliotecas han sido lentamente desplazadas por la modernidad, siendo el caso más palpable, sobre todo en la juventud, el internet. Si bien es cierto facilita información y uno que otro dato investigativo, no siempre esta fuente es cien por ciento fidedigna, ya que en algunos casos se han detectado fraudes y mal empleo de información por parte de páginas con contenido educativo. Es aquí donde los libros juegan un papel importante, ya que sugieren y concretizan certeros datos informativos, necesarios para toda investigación de calidad.

En los años que llevamos de estudiantes en la Universidad Nacional de Trujillo, hemos sido testigos del desarrollo y progreso de la biblioteca de la Especialidad de Lengua y Literatura, proyecto formado por el departamento de Letras y que, a pesar de pequeños inconvenientes pasados, viene siendo un medio utilitario sumamente importante para los estudiantes, sin distingo de especialidad o facultad distributiva. Pero al margen de los logros y beneficios, sería necio admitir que todo va viento en popa. Siendo el escriba de este texto miembro de la comisión que se dedica a la atención de la misma, observo diariamente que los estudiantes universitarios muestran un desinterés total por la lectura; pocos son los jóvenes que la visitan con la primaria necesidad, los demás, sólo lo hacen como vagos turistas, exclusivamente cuando tienen trabajos finales de algún curso o para buscar alguna bibliografía. Fuera de estos pequeños destellos de obligada utilidad, la mayor parte del tiempo, la biblioteca de la especialidad se encuentra vacía, sin lectores.

Actualmente, y para beneficio de muchos y manejo de pocos, la biblioteca de la especialidad de Lengua y Literatura consta con más de mil libros entre obras literarias y libros de estudio. Además, cuenta con libros y revistas culturales de la biblioteca itinerante del Centro Cultural de España (C.C.E.). Todo este material bibliográfico para un mundo sin lectores.

Con la actitud de un joven inconformista, Sócrates solía recorrer la plaza del mercado de Atenas interrogando a las personas que encontraba a su paso. Decía: “Atenas es un caballo perezoso, y yo, un tábano cuya misión es despertarlo y mantenerlo vivo”. Con la fe o aquella esperanza que se dibuja en los rostros que miran el futuro como un lejano pero armonioso sueño, logremos que los libros sean para los estudiantes como tábanos que zumben furiosos en el oscuro paisaje de lo literario, de la curiosidad y del intelecto, para que mantengan vivo y en constantes jolgorios el verdadero sentido del estudio frente a la marea incomprensible de la existencia.

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