I
TÍTERE
El ser humano se caracteriza
por poseer libertad,
libertad para hacer
de su existencia algo mejor.
Sin embargo, yo perdí esa condición.
¡Dame vida! ¡Necesito de ti! ¡No me abandones! ¡Mírame! Aún estoy aquí. No me deseches de tu vida como si ya no valiera, aún te sirvo, ¡Vamos! Tómame en tus manos, tócame, desnúdame, desármame, haz como siempre lo que quieras conmigo. Dame esa droga maldita de tus caricias, embriágame con tu éxtasis hasta llegar a una sobredosis, una sobredosis que me quite el aliento y este amor que siento por ti, que me quite la vida, esta vida que quería sólo vivirla junto a ti. |
Ahora soy sólo un títere,
un títere del destino,
un títere de esta negra vida,
un títere de tus manos
y de un libreto
que ya llegó a su final.
Soy un títere,
que por su condición
no reclama libertad,
sino sólo te pide
una función más.
¡Libertad! ¿Para qué?...
felicidad.
Por favor:
II
AMOR ENFERMO
Déjalo que se vaya ¡déjalo! Ya no quiere estar más. No lo llames, no lo busques; ya no lo fuerces. Sólo déjalo ir, sólo déjalo morir.
No te imaginas cómo me hiciste falta, tanta falta como el agua al cuerpo, como el aire al alma.
¡Qué pasó! ¡Qué nos pasó! El amor se nos enfermó. Se enfermó de tanto placer, de tanta pasión, de tanto condimento y de tantos excesos. Dejó de disfrutar los ricos manjares de la buena cocinera, y tuvo que saciar su hambre con horribles comidas, que se convirtieron en sus dietas del día.
El rencor le invadió el alma, el carácter se le irritó, ¡pobre cocinera!, al quedarse solo y abandonado, con ella se desquitó.
Ahora yace en su lecho como un fósforo prendido apagado por la lluvia. Llora y sufre, sufre por los recuerdos de antaño, recuerdos de los siglos de oro que hoy se le convirtieron en eternidades de tortura.
Pobre moribundo que ha descubierto que hasta el recuerdo de los placeres tiene su dolor y el recuerdo de la alegría su amargura.
Sólo quiere dormir, sólo quier olvidar, sólo pide un jacinto amigo que lo ayude a soñar.
¡Qué pasó! ¡Qué nos pasó! El amor se nos murió.
¡No! ¡Mentira! Lo asesinamos los dos.
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