sábado, 11 de octubre de 2008

EL SILENCIO CREATIVO DE LUIS EDUARDO GARCÍA


Por Oscar Ramirez

El día jueves 10 de abril, se llevó a cabo en el Centro de Convenciones del ICPNA un encuentro de narradores jóvenes de la costa norte del Perú, titulado La Nueva Marea del Encanto, el cual congregó a delegaciones de Tumbes, Piura, Lambayeque y de nuestra ciudad, con la única finalidad de estrechar lazos entre los jóvenes participantes y crear un ambiente de camaradería entre las nuevas voces que surgen en el apasionante desempeño de lo literario. A dicho evento asistieron reconocidos escritores de la región. Luis Eduardo García fue uno de los invitados. Una vez terminado el encuentro, le solicitamos un pequeño momento para conversar; accedió de manera cordial y este es el resultado de dicha conversación.

Oscar Ramirez.- Esta es una pregunta típica y siempre formulada, pero la considero un tanto necesaria: ¿qué es para usted el arte de escribir?

Luis Eduardo García.- Como dices, la pregunta ha sido hecha tantas veces, y la respuesta ha sido dada también tantas veces, que cualquier respuesta ahora resultaría hasta resobada y perdería su fuerza original, sin embargo debo decirte que escribir es mi forma de vida, es un estado de identidad y una forma sincera de asumir las limitaciones que se nos presentan; la literatura te permite hacer, hasta cierto punto, más interesante las cosas que, por lo general, son aburridas… bueno, pero en general, escribir es para mí como respirar…

O.R.- ¿Una especie de liberación?

L.E.G.- Digamos, porque la literatura es todo, representa en cada etapa de la vida un todo, una parte, por ejemplo: cuando eres joven, la literatura significa, probablemente, una pasión desbordante; cuando van pasando los años, y te vuelves más sereno, la literatura es una forma de conocimiento, de contemplación; más adelante, puede ser como una forma de vida… por eso digo que es todo, pero en cada etapa de la vida va significando un aspecto, una aspiración.

OR.- Bajo este criterio, asumimos que la literatura define etapas en la vida del escritor, entonces, desde el 85, año en que usted ganó el Premio Poeta Joven del Perú con Dialogando el Extravío, hasta el día de hoy, ¿qué tipo de evolución ha habido en su literatura?

L.E.G.- Bueno, yo he dejado de publicar poesía hace quince años.

O.R.- Estamos hablando de poemario Confesiones de la Tribu.

L.E.G.- Claro, ese poemario fue el último, luego publiqué un libro de cuentos (Historia del Enemigo) y después un libro de ensayos y entrevistas.

O.R.- Se refiere a Tan frágil manjar.

L.E.G.- Exacto, luego ha habido un silencio largo, actividad creativa por momentos, pero ahora tengo un libro que saldrá en julio y que tiene el nombre provisional de Teorema del navegante, y que será editado por Mesa Redonda; además, dentro de quince días, en Lima sale un libro de cuentos, que se llama El suicida del frío, en editorial Zignos, y claro, hay un cambio evidente, cambia el ser humano, cambian ciertas formas de escritura, pero en esencia creo que sigo siendo el mismo.

O.R.- ¿Y a qué se deben estos silencios creativos?

L.E.G.- Creo que es una especie de recogimiento necesario, cuando uno es joven quiere publicar todo, es impetuoso, vehemente, pero conforme pasan los años te das cuenta que no todo lo que uno escribe debe ser publicado, hay que guardar un silencio prudencial, hay que llegar hasta un cierto estado de sabiduría.

O.R.- Hay que recatarse, digamos, no aventurarse sin la convicción de la seguridad.

L.E.G.- Sí, no hay que apurarse, escribir mucho no significa en realidad nada, publicar mucho, tampoco, hay que publicar cuando creamos que lo que se ha hecho vale realmente la pena, pero tampoco hay que caer en la aridez absoluta de que por un afán perfeccionista, uno no llega a publicar nunca.

O.R.- Siendo así, y con el surgimiento de las voces jóvenes que intentan llenar aquel vacío que van dejando los años, ¿cómo ve usted el nuevo panorama de la literatura liberteña?

L.E.G.- Mira, en realidad no he seguido con mucha atención lo que se produce últimamente, y creo que estoy haciendo lo mismo que hizo la gente de mi edad cuando yo tenía la edad de ustedes; se escribe mucho y se publica poco, pero en general te puedo decir que, y aunque suene muy duro, el ambiente es bastante mediocre, muchas veces las aspiraciones del escritor son muy cortas, muy limitadas… no hay que mirar la literatura con ojos de provinciano, hay que mirar la literatura con ojos de universalidad, hay que aspirar a leer en otras lenguas…

O.R.- Usted es amante de la literatura de Pessoa.

L.E.G.- Así es, y llegué hasta Lisboa para conocer su casa, por eso digo que hay que generar un carácter más abierto del escritor para el mundo, hay que viajar más, crear mercados y circuitos más interesantes.

O.R.- Surge ahí la necesidad de crear editoriales más abiertas.

L.E.G.- Exacto, no hay que contentarnos con los libros editados de manera tan artesanal, sin una buena distribución, hay que ser más exigentes con nosotros mismos, hay que exigir también que los editores de libros sean más agudos…

O.R.- Que no se preocupen sólo de publicar, sino también de difundir.

L.E.G.- Y no sólo eso, sino que las publicaciones deben estar acompañadas de un aparato crítico que vaya vigilando qué es lo que está sucediendo y como esto va evolucionando; pero creo, en términos generales, que la poesía ha ido más lejos que la narrativa, hay un atraso, eso explica por qué no se publican muchos libros de cuentos, creo que los poetas han llegado más rápido a la modernidad que los cuentistas, en un sentido, yo no digo que hayan jóvenes que estén escribiendo de manera muy moderna, sino que en términos generales, por lo que se ve, no hay casi libros de cuentos publicados.

O.R.- Es, tal vez, por un hecho tangible de que no hay una evolución temática en lo que se escribe.

L.E.G.- Puede ser eso, pero creo que la poesía ha llegado más rápido a la modernidad que el cuento.

O.R.- Ha encontrado una mayor evolución en la poesía que en la narrativa trujillana.

L.E.G.- Tengo esa impresión, no lo he podido comprobar, pero por lo poco que he leído tengo esa impresión, aunque no puedo dar un veredicto final por el número de libros de poesía que se publica que es mucho mayor al de cuentos, sino porque los cuentos que he leído publicados arrastran ciertos estigmas indigenistas, en muchos casos es una temática que ha sido superada, es verdad que hay jóvenes que tienen una gran influencia de Cortázar, Borges, y de todos los narradores latinoamericanos posteriores al Boom, sin embargo no noto que hayan llegado más lejos, que hayan evolucionado, que la modernidad haya entrado con mayor fuerza a la narrativa.

O.R.- No han conseguido una voz propia dentro del grupo cultural en que se desenvuelven.

L.E.G.- Claro, pero tampoco hay un número suficiente de narradores para que generen un movimiento intelectual de mayor envergadura… esto va a suceder, estoy seguro, cuando exista, o tal vez ya existe, una generación que empiece a generar aquellos cambios en la narrativa.

O.R.- En una entrevista, Mario Vargas Llosa comentaba que la literatura peruana, en general, está en su mejor momento porque viene arrastrando el criterio de la post-guerra que se desarrolló a finales de los años 80’ y principios de los 90’ contra el terrorismo, ¿considera que este es un hecho decisivo para la literatura peruana o regional?

L.E.G.- Considero que es un hecho que articula a la literatura, hay periodos en que la literatura se mira así misma, pero hay periodos en que la literatura empieza a mirar el entorno, la realidad social, y eso es lo que nos está pasando ahora; se están escribiendo novelas y libros de cuentos cuyo eje central es la guerra que sufrió el Perú en la década de los 90’; este es un tema motivador, un hecho real que articula la creación misma… claro, habrá que ver los resultados de aquí más adelante, pero creo que hay unas voces muy buenas y que destacan nítidamente, como es el caso de Daniel Alarcón, el propio Alonso Cueto, o Roncagliogo, que ha hecho de la guerra contra Sendero (Luminoso) el tema central de su novela Abril Rojo, pero hay otros escritores en el interior del país que se han ocupado del tema, pero que no se les ha dado la importancia del caso…

O.R.- Por el problema de las editoriales y la difusión.

L.E.G.- Y porque viven en provincia, porque publican en editoriales cuyos libros no circulan casi, porque la recepción de estos libros que se publican son muy pobres, y porque no hay una caja de resonancia periodística ni menos crítica.

O.R.- Sucede como una especie de hermetismo en el criterio de publicación.

L.E.G.- Es que lo que hace la literatura es repetir un viejo mal que existe en el Perú, el centralismo, pero hubo momentos en que la literatura ha logrado remontar estas diferencias, recuerda que hubo un periodo a comienzos del siglo XX en que el eje gravitacional de la literatura peruana se traslada al interior, a las provincias; luego este eje, acuérdate del Grupo Norte, y otros grupos más del interior del país, es retomado por Lima, y podría ser que, en un futuro no muy lejano, el eje de la literatura peruana se traslade al interior del país, lo cual es muy probable y sería, a la vez, muy interesante.

O.R.- Ya que menciona el centralismo, sucede que entre los narradores, especialmente, se ha venido realizando a través de los años una suerte de disputa, una discusión demarcada entre los criterios categóricos de escritura, creando dos grupos: los criollos y los mestizos. ¿Cree usted que este conflicto ha mellado en la evolución creativa y temática de nuestra literatura?

L.E.G.- Esas son discusiones circunstanciales, la literatura es una sola, y la preocupación de los escritores debe ser escribir bien y ser fiel a sus llamados internos, a sus demonios interiores; los grandes debates son siempre positivos siempre y cuando empujen la literatura hacia delante y no se queden en una simple discusión de nombres o etiquetas, porque eso ha pasado, en buena cuenta, con la vieja discusión entre criollos y mestizos, pero ese debate no hace sino expresar una dicotomía y un divorcio que sufren las sociedades en su conjunto; no es este el objetivo de la literatura, en general, sino que esta es una división de la sociedad peruana, pero considero que el principal objetivo del escritor del escritor peruano debe ser el escribir bien.

O.R.- Bueno, esta es una pregunta más como de confesión, ¿en cuál de los géneros o variantes literarias se siente usted más libre?

L.E.G.- Todo me atrae, yo comencé escribiendo poesía, luego publiqué dos libros de cuentos, pero también soy periodista, y es un cosa que con el tiempo he ido queriendo… creo que me siento bien en todos lados, los géneros finalmente no hacen nada, no son compartimentos excluyentes, al contrario, yo creo que en un buen cuento puede haber muy buena poesía, y un poema puede estar escrito en una muy bella forma de narración… en lo que yo creo, en general, es en la literatura, pero si hay algo que despierta una particular pasión en mí, es la poesía.

LUIS EDUARDO GARCÍA. Poeta, narrador, abogado y periodista reconocido a nivel nacional. Enseña Periodismo Literario y Fundamentos de Periodismo en la Universidad Privada del Norte de Trujillo, ciudad en la que reside desde hace 20 años.

Es autor de los poemarios “Dialogando el extravío” (1986), “El exilio y los comunes” (1987) y “Confesiones de la tribu” (1992); del libro de cuentos “Historia del enemigo” (1996); y de “Tan frágil manjar” (2005), libro de entrevistas, ensayos y crónicas. En 1985 ganó el VI concurso El Poeta Joven del Perú. Mantiene desde 1986, una página de reseñas y comentarios literarios en el suplemento dominical del diario La Industria.

Colabora de la misma forma en distintos diarios a nivel nacional, como “El Peruano”, “La República”, “El Comercio”; diversas revistas, como “Debate”, “Etecé”; y el suplemento cultural “Lundero”. Además, es miembro del comité editorial de la revista cultural “Día 30”.

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